
La nueva
televisión valenciana debe tener su aliado en Internet más que en un segundo
canal, debe nutrirse de contenidos pensados para dispositivos móviles más que
de grandes coberturas, y debe poner la mirada en lo local para generar interés
global. Debería ser, sobre todo, una televisión cultural, de proximidad y de
contenidos informativos rigurosos, donde la producción propia de noticias sea
la base y las agencias lo complementario. Deberíamos ser capaces de exportar
noticias hacia fuera porque es la única forma de transmitir los valores de la
Comunidad Valenciana hacia otras regiones, en vez de basar la información en
las noticias envasadas que se repiten exactamente igual en todas las cadenas
nacionales.
La implicación
de los profesionales locales debería ser un activo a tener en cuenta, una
televisión autonómica de integración local, que cuente con corresponsalías a
través de los profesionales independientes y los autónomos, que sientan como
suya la cadena y que formen parte de ella. En vez de desplazar unidades móviles
y equipos de personas, establecer acuerdos con las empresas audiovisuales,
abaratar costes de producción, y revertir parte del dinero público en el sector
audiovisual valenciano. Es necesario un nuevo modelo de gestión para una nueva
forma de comunicación.
Pero la cuestión
radica en la sostenibilidad, enterrado el modelo basado en el despilfarro, la
nueva televisión autonómica debería ser humilde y huir de la programación
basada en grandes espectáculos. No es posible competir en entretenimiento con
La Sexta o Telecinco, ni tampoco necesario para un canal público; como tampoco
es necesario llenar las veinticuatro horas de parrilla. No hay que tener
complejos para desconectar a las doce de la noche, vale más emitir la carta de
ajuste, como se viene haciendo desde noviembre de 2013, que llenar el espacio
nocturno de curanderos al servicio del engaño.
Y con
publicidad, por supuesto, porque la creación publicitaria es una actividad
económica de primer orden, imprescindible para las empresas donde el tejido
industrial valenciano pueda tener la opción de anunciarse en su propia cadena. Nuestra
televisión debe ser de todos, no debe ser un negocio, pero tiene que ser sostenible,
contribuir al empleo y servir de apoyo a las empresas. No puede ser nunca una
televisión comercial sino cultural, y eso cuesta neuronas, esfuerzo y grandes
dosis de generosidad profesional. Sin estas claves será imposible arrancar un
nuevo proyecto audiovisual valenciano útil para las personas porque el ecosistema
Internet ya permite satisfacer, individualmente, cada necesidad informativa o de
entretenimiento.
me encanta!
ResponderEliminarapostemos por una nueva tv, en el nostre idioma... en todos los sentidos!! (lengua, calidad, humanidad!!)