domingo, 6 de septiembre de 2015

Osa Johnson, una mujer fuera de su tiempo

La vida de Osa Johnson es la de una mujer norteamericana que nació en 1893 y dedicó una gran parte de su vida a viajar, junto a su marido Martin Johnson, a lugares desconocidos, para conocer y divulgar las costumbres de sus habitantes. Los Johnson no fueron antropólogos, en el sentido estricto de la disciplina, sin embargo, han jugado con su trabajo un importante papel de difusión de la antropología; y la difusión de una disciplina académica es muchas veces imprescindible para la supervivencia de la propia disciplina.

La antropología académica, cuando investiga a otras culturas, se nutre de documentos como los que Osa y Martin registraron. Ellos lo hicieron sin una metodología porque su objetivo era conocer y dar a conocer, pero de forma inconsciente contribuyeron a dos cosas muy importantes: por un lado dejaron información valiosa sobre gentes y lugares en forma de imágenes y documentos sonoros; por otro lado, incitaron al viaje a muchas otras personas, hicieron ver que era posible, y probablemente muchos antropólogos académicos se inspiraron en sus viajes para realizar estudios científicos sobre esas mismas o sobre otras culturas. Osa y Martin parecían fieles a la profunda reflexión que introduce los estudios de antropología de las universidades UOC y Rovira y Virgili, atribuida a Terencio (Roma, s. II a.C.) “soy humano y nada humano me es ajeno”.

El viaje es uno de los elementos característicos de la antropología. Desplazarse hasta el lugar que se quiere estudiar es imprescindible para observar in situ los detalles que caracterizan a un estudio cualitativo. En este sentido, Osa y Martin siempre tuvieron muy clara la necesidad de viajar y de vivir en el lugar de los hechos para entender aquello que querían contar. El matrimonio Johnson ha sido etiquetado muchas veces como cineastas pero su método no es el de las producciones cinematográficas que intentan pasar el menor tiempo posible en el escenario para optimizar los rodajes, que a su vez obedecen a un plan previamente establecido. Los Johnson, en realidad, planificaban sus rodajes como antropólogos, para ellos lo importante era conocer en profundidad el lugar y sus habitantes, y para hacer eso posible sabían que tendrían que estar meses o incluso años conviviendo con los protagonistas de sus películas. También en ocasiones se ha criticado que el protagonismo de sus películas recaía en Osa y que, por este motivo, el fin principal quedaba desvirtuado. Pero, viendo algunas de sus obras, se puede concluir que el papel de Osa Johnson era más bien de hilo conductor y que cedía en cada momento el protagonismo a los nativos, a los animales o a los paisajes. Para realizar su trabajo sobre el elefante africano llegaron a pasar cuatro años en África, viviendo en la montaña Marsabit, junto al lago Paraíso. Allí construyeron un pequeño pueblo que fue su campamento base durante todo ese tiempo. Ese modelo de trabajo se aproxima más al trabajo antropológico que al meramente audiovisual, o en cualquier caso a un trabajo de creación audiovisual muy comprometido con la antropología; y todo eso ocurría en un momento en que se estaba definiendo la antropología como ciencia.     

Osa fue una mujer adelantada a su tiempo. Con apenas dieciséis años tomó una decisión nada convencional que llevó a cabo de manera determinante. Quiso conocer otros mundos fuera del suyo y lo hizo, contraviniendo todas las normas establecidas para las mujeres, en una sociedad dominada por los hombres. Pero además, lo hizo junto a un hombre que también contravino las convenciones del momento. Osa y Martin fueron una pareja de antropólogos no académicos, pero sí vocacionales, que sintieron el mismo impulso por conocer que los antropólogos formados en la academia. Pero en su tiempo y en su momento, desarrollaron su vocación innovando métodos y buscando financiación para sus proyectos a través de empresas privadas y museos.

Con su actitud, los Johnson también hicieron antropología de género al demostrar que hombres y mujeres poseen las mismas capacidades. Cosas que en su día pudieron parecer pintorescas, como empuñar un rifle, adentrarse entre caníbales o pilotar un avión, rompieron moldes y fueron sentando las bases de una propuesta universal por la igualdad de roles entre hombres y mujeres.       


No hay comentarios:

Publicar un comentario