lunes, 11 de mayo de 2020

Confinamiento y docencia

El confinamiento casi nunca es una decisión voluntaria. Salvo casos muy concretos, el común de los mortales se recluye por obligación. En ocasiones, confinarse es el requisito para ejercer una determinada actividad profesional, como ocurre con los astronautas o con los marinos; otras veces es una imposición por cuestiones de seguridad, ante un conflicto bélico o por riesgo para la salud como sucede ahora. Quienes hemos vivido confinamientos de duración similar al actual, recluidos varias semanas en espacios reducidos, como requisito profesional, sabemos que una de las claves para superarlo con éxito es la convicción de que tienes una misión que cumplir. Las biografías de personas que vivieron confinamientos forzosos apuntan en este sentido, también mi experiencia por la participación en numerosas campañas científicas, en la Antártida, en África y en América del Sur, en las que tuve que vivir en espacios reducidos a bordo de barcos, en cabañas o en tiendas de campaña, durante semanas o meses. Las condiciones de habitabilidad en estos espacios nunca venían descritas en el proyecto, y aunque las intuyes, la realidad siempre te descoloca. Es entonces cuando hay que adaptarse, valorar los pocos recursos de los que dispones, y fijar los objetivos que justifican ese estado de incomodidad permanente que invita a caer en la trampa de la desesperación. La otra clave está en el proceso. Cada día y cada hora que pasa puede jugar a nuestro favor o en nuestra contra. Visibilizar los aspectos positivos del encierro es posible, y se consigue mirando atrás. Cuando llevas semanas aislado, empiezas a desconectar de la realidad, a pesar de estar informado por medios indirectos y de convivir con otras personas. Entonces tomas más conciencia que nunca de que posees un pasado. Un pasado que se puede saborear, como la magdalena de la novela de Marcel Proust, con sus aciertos y sus errores, para valorar cada detalle del presente. La biblioteca de los recuerdos nos posiciona con perspectiva ante los objetos que conviven con nosotros, todos con su historia. La fuerza que nos da recordar lo vivido nos ayuda a establecer un trabajo diario, ajustado a las limitaciones impuestas por la situación, que no debe ir más allá de las posibilidades reales de llevarlo a cabo con éxito. Hacer lo que soñamos dentro de unas normas estrictas, sin libertad, es un gran reto, y conseguirlo reporta mucha satisfacción porque nos hace sentir capaces de vencer obstáculos y superar adversidades. Hace dos meses fueron suspendidas las clases presenciales en la universidad, muchos de nuestros alumnos se quedaron en sus pisos de estudiantes, otros pudieron regresar al domicilio familiar. Cada uno vive la situación de forma distinta, para todos, el cuatrimestre y sus planes han dado un giro absolutamente inesperado. El curso sigue con un “Plan de Continuidad Docente” en la Universidad de Alicante, y la preocupación de mis compañeros de asignaturas ha sido buscar fórmulas para que los trabajos académicos del alumnado, los que tienen que hacer y entregar antes de final de curso, los puedan integrar en sus rutinas diarias, no exigiendo imposibles sino aprovechando sus recursos disponibles. Hemos intentado que mirasen atrás, recuperando sus recuerdos de lo aprendido en los meses anteriores. Ha sido importante repasar las etapas que ya habían superado y, a partir de ahí, les hemos trazado la ruta para la misión que tienen que cumplir, que consiste en llegar al final del periodo lectivo con todos los conocimientos adquiridos. Su juventud no les permite disponer de la experiencia que tenemos los docentes, ellos están formándose y nuestra responsabilidad es trasladársela de forma útil. Especialmente se trata de marcar unas pautas y planificar cómo será el final de la etapa, cuando llegue la evaluación, despejando la incertidumbre. La respuesta de los alumnos, en nuestro caso, nos demuestra un alto grado de madurez y en muchas ocasiones una gran sensibilidad. Lo que están aprendiendo y experimentando, en casi dos meses de confinamiento forzoso, dejará una huella importante en sus vidas. Superar esta crisis con éxito les dará una fortaleza especial y una experiencia que tal vez algún día tengan que trasladar a otras personas. Pero eso será después, hoy nos toca a nosotros indicarles el camino, ojalá sepamos hacerlo bien.

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